Cuando el aire ya no es aire
y el cuerpo no te pertenece,
cuando la muerte ronda
entre la risa de los niños,
cuando la calle es una jaula,
las voces son gritos,
y el cielo la tumba del deseo.
Nada tiene futuro, entonces,
sólo entonces, la mirada
se vuelve hostil, la desconfianza
una bastarda con cara de ingenua,
la palabra un sonido sin eco,
la caricia una mentira, y el llanto
la necesidad de airear
sentimientos.
Las siete vidas del gato
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