Los árboles
de mi calle,
ateridos,
hacen guardia,
despojados de
sus trajes
tejidos con
esmeraldas.
El frío es
seco, agudo
como pinchazo
de faca,
que acelera
nuestro pulso
enrojeciendo
la cara.
Nubes de
color incierto
han cubierto
la mañana,
del cielo
bajan brillando
cristales de
luna blanca.
Los copos son
más espesos,
un manto
están dibujando
de luminosos
reflejos
de armiño,
jazmín y nardos.
No son
verdes, ya, los árboles,
ni muestran
peladas ramas,
que lucen
camisas blancas,
cual desfile
de fantasmas.
Sigue
nevando, no para,
espesa
alfombra, sin huellas,
veo desde mi
atalaya
en azoteas
lejanas.
Terrones
blancos de azúcar
son los
coches aparcados,
rebozados de
merengue
y corazón
congelado.
Nuestros
campos de olivar
con sus
soldaditos blancos,
gota a gota
beberán
los hilillos
de su manto.
.
Francisco
Teva Jiménez (Martos / Jaén )
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