Aquella tarde
lluviosa,
las gotas rompían en
las tejas mohosas,
la ría que baja de
la calle con restos de mi rosal,
el charco de agua
que mancha mis talones al pisar.
Pero me gusta…
La luz triste que
deja pasar esas nubes negras cargadas,
el niño aburrido
mirando desde su ventana,
la acurrucada
pareja viendo una película en el sofá,
el bañador que anhela
el verano desde el desván.
Pero me gusta…
El olor a tierra
mojada,
la piedra negra grisácea calada,
la verde hierba con
el rocio de la mañana,
la peña de Martos que
brilla ante su olivar.
Jesús Aran
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