viernes, 15 de marzo de 2013

Te invito a un café, tal vez a leer


Te invito, no sé,
a tomar un café,
tal vez a leer
tal vez a maldecir,
suplir el existir,
caminar con lujuria sobre tu piel
me alimento de tu miel,
soy un oso sin esbelto pelaje,
pero con bastante hambre
me afana la idea,
de tomar un café,
en medio de tus piernas
y que aprendas
que dios nos regalo la vergüenza,
el mayor regalo para poder romper
quemar, como un papel,
donde se escriben
los más profundos secretos
que guarda el colchón,
y solo al sentir la sal de su sabor
la agriada de lo conocido,
de lo impío esplendido señorita,
que abraza y no suelta,
que grita y como nadie es terca
ya que no me sueltas,
me incitas a que te muerda,
pero primeramente me tomare un café,
supe que la cafeína,
nos vuelve activos, no dormimos
como dicen los consentidos,
bien acurrucaditos,
y uno que otro toque en la noche
violentos y colmados
de ese liquido amargo,
negro y doloroso
no se puede ver nada
más allá de su color
sin embargo existe
el reflejo de nuestro amor…

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