Tener el puño encallado
de tantos golpes dados encima de la mesa.
Vasta ya me sugería a mi mismo,
Porque aquí donde me veis,
cada dedo que parece ser sembrado de mi palma,
hizo brotar raíces nuevas asta la muñeca,
aquella muñeca donde acababan secándose las lagrimas.
Gracias a ello,
hoy brotaron las uñas,
que no son uñas cualquiera,
son armas para luchar,
para agarrar con fuerza
lo que no quisiera perder,
para dejar marca al agarrar,
y si esta se va,
que siempre le quede un recuerdo
de mi manera de luchar,
y yo quedarme con un trocito de esa lucha
para digerir donde falle,
y así en la próxima no dejarla escapar.
Jesús Aran
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