El tacto:
Pellizca
mi pezón,
por cómodo
castigo,
pero no
evalúes mis guiños,
porque no
son de dolor,
no siento
nada mi amor,
no siento
latido.
El
gusto:
Lame mi
sudor
e incluso
degustarlo,
generar
en tu boca,
el sabor
salado y amargo,
no
esperes degustar de mí
el dulce
que requieren tus labios
no querrás
repetir.
La
vista:
Mira a través
de mis ojos opacos,
no digas
que aquella vez
te
viste reflejada en ellos,
pues mis
parpados hacen bajar el telón,
de
aquel teatro llamado vida,
todo lo
demás quedara entre bambalinas.
El oído:
Mi
silencio es aquel altar
el único
que da lugar,
a que
yo quiera seguir escuchando,
no compares
mi silencio con soledad.
El
olfato:
El
hedor que produce
el cuerpo
no enjabonado,
atraído
por las feromonas
ejercen
la magia afrodisiaca.
Jesús Aran
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