Susúrrame
al oído que me quieres -dijo ella-
Yo
prefiero que cojas mi mano y la roces con tus dedos -le conteste-
Nunca
me dices que me quieres –me reprochaba-
-No,
nunca entendiste de la forma en la que te lo digo.
Seguramente
a lo largo de tu vida
escuchaste
muchos te quieros,
te
quieros con los ojos brillantes,
te
quieros con fondos parisinos,
te
quieros mientras acariciaban tu cabello,
te
quieros de chin chin de copas…
Sin
embargo es tan fácil
manifestar
y crear todas esas situaciones,
que por
eso te dije que me rozaras las manos,
porque con
ello notarias unas manos con astillas.
No
sabes lo difícil que es…
Tallar
todos esos te quieros
sutilmente
en tan embelesado cuerpo,
no, no
me juzgues por no pronunciarlo
tantas
veces como quisieran,
estuve
tanto tiempo dedicado
al buen
uso de mi forma de decírtelo,
que si te alejas al no escucharlo de mi boca,
acabaras
engañándote
cuando
te quedes desnuda y observes,
todos
mis te quieros,
todas
mis dedicatorias.
Jesús
Aran
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