Cogí la hoya ya olvidada
con mi sangre derramada
la empecé a llenar,
un poquito de amor propio
otro poco de amor a los demás,
eche de mi frasco más preciado
picardía, para que pueda enganchar,
una pizca de morbo al asunto
que no quede fuera de lugar,
unas gotas de sabiduría
para que no quede entorpecido
ni con sabor extraño y vulgar,
dos litros de humildad
tres kilos de odio y maldad,
un embase atrayente
pero mi poción
no se comercializara.
Jesús Aran
No hay comentarios:
Publicar un comentario