Cuando pasan los años, no quieres una tía buena, sino una
buena tía.
Te importa más la talla de lo que esconde bajo el pecho,
que la talla de su sujetador.
Encuentras más calor en sus pies fríos, que en los labios
de cualquier otra.
Le cuentas a tus amigos de qué color tiene los ojos, y te
importa muy poco el de sus bragas.
Dejas de memorizar cada uno de sus defectos, y empiezas a
memorizar los lunares de su espalda.
Y entiendes que la belleza, es eso, eso que el tiempo no
sabe degradar.
Cuando pasan los años.
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