Ni
siquiera puedo levantar la mejilla como muestra de alegría en mi rostro, más no
obstante me saturo con muecas de incomodidad, que si miro el móvil en público
sin recibir llamadas ni mensajes, beber para parecer normal. Sonreír forzado a
quien te lo exige, por no decirle déjame en paz, yo no tengo la culpa de no
vivir como tú la navidad.
Mis
regalos me los robaron el día que mi inocencia se quedó en el portal, de belén
ya no me parecen sensatos sus discursos, de María una zoofilica que la iglesia
quiere ocultar. El corte ingles enciende su árbol de navidad, yo aún retiro la
arena de la playa de mis maletas, esas maletas que buscaron cambiar de destino,
una nueva vida en la que el dar explicaciones queden en segundo lugar.
Jesús Aran
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